“El Escorial, la magia de un lugar”

 

Si percutís el aire, suena el tiempo, algo que os aguarda entregará su recado. Y os sentiréis más de la patria total de los nacidos”. Ramón de Garciasol.

         Presentamos el libro “El Escorial, la magia de un lugar”. Cada vez que releo los versos de Ramón quiero percutir este lugar, su magia, y de este percutir surge por el aire la magia de unos sones, suena el tiempo, los tiempos y el recado con el que unas vidas lo fertilizaron para que nosotros demos nuevo alumbramiento.

Dice el gran escritor alemán Goethe: “Lo que habéis heredado de vuestros padres, volved a ganarlo a pulso, o no será vuestro”.

         Somos lo que hemos heredado de los nuestros y lo que seamos capaces de hacer con ello.

         Se dice que para decir bien hay que pensar bien y creer en lo que se dice y se piensa. Así quiere ser este mi decir, un decir bien, que se convierte en un cantar, o más aún, es un sentir a este pueblo en lo más íntimo y profundo de mi ser.

          Las cosas solas, aisladas, son poca cosa. Necesitan unas gentes que las vivan y las conviertan en mundos. El paisaje cobra sentido a partir de las experiencias humanas. Mis experiencias, aunque pobres, y las vuestras, y las de nuestros antepasados han  marcado estos paisajes para siempre; y ellos nos han marcado a nosotros.

         Somos parte de la Historia, de nuestra Historia, la cual comenzó hace muchos siglos. Nosotros hemos escrito y, hoy, seguimos escribiendo la historia de nuestro pueblo, que es nuestra historia, la de todos. Por ello, tenemos una responsabilidad para con aquellos que vienen detrás de nosotros.

         Nuestra vida es la historia que guardamos en nuestra memoria, son nuestros recuerdos aún vivos, que nos hacen vivir y que no pueden desaparecer.

         “La palabra libro está muy cercana a la palabra libre, dice un premio Cervantes. El libro es uno de los instrumentos creados por el hombre para hacernos libres. Libres de la ignorancia y de la ignominia. Si el hombre no hubiese creado la escritura, no habríamos salido de las cavernas. A través del libro conocemos todo lo que está en nuestro pasado. Es la fotografía y también la radiografía de los usos y costumbres de todas las civilizaciones y sus movimientos. Por los libros hemos conocido el pensamiento chino, griego, árabe, el de todos los siglos y todas las naciones. En fin, el libro es para nosotros un camino de salvación”.

         “Una sociedad que no lee, es una sociedad sorda, ciega y muda”.

         He querido poner en palabras el sentir del corazón.

         Nace hoy este pequeño, pero entrañable libro, fruto del trabajo, y sobre todo del amor de uno de sus hijos, si no natural, sí adoptivo. No es, no pretende ser, un libro que cuente la historia del Real Sitio o de su Monasterio, no; sino que, se trata de una muestra de cariño, de sentimientos vividos, de aquellas vivencias más profundas que han conformado el vivir y el convivir y que forman nuestra verdadera vida.

          Se dice con orgullo, de Madrid al cielo. Sí, pero antes hay que reposar en el Escorial, Este destino habían elegido los hados para mí, al igual que para muchos otros. Porque desde El Escorial es más fácil alcanzar el Cielo.

          Llegué hasta aquí desde mis tierras a medio hacer y mi vida ha ido haciéndose y deshaciéndose en cada instante, en cada contacto con estas gentes gurriatas y caciques.

          En este mundo tan desquiciado por las prisas para llegar a ninguna parte, siempre debe existir un paréntesis de calma y de sosiego para encontrarte con los otros y con la naturaleza. Y estos pueblos ofrecen calma y paz a través de la belleza de sus paisajes. Es el momento de recuperar lo humano, la espiritualidad del paisaje que te introduce en tu propia espiritualidad, la unión armónica con la naturaleza que nunca debimos perder.

          Comencé mi propia metafísica, me pregunté “qué quiero”, “a qué he venido”, “qué sentido tiene este mítico paisaje en mi vida, o mi vida en él”. Me he preguntado qué son las cosas, y cómo van conformando mi ser. Todo ello puede quedar presente hoy aquí.

          Donde olía a huerta, comenzó a oler a niño.

          Quiero brindar un homenaje, además de tantos años de dedicación, a los jóvenes, en recompensa por todo lo que he recibido de ellos y que no se puede medir ni pagar con nada.

          Por medio de la educación nuestra alma se transforma en algo humano y crea cultura. El estudiante debe aprender a mirar dentro de sí, a conocer su pensar propio, su sentir y su actuar.

          Chicos ¿Os habéis parado a pensar y a sentir el lugar en el que tenéis la suerte de vivir? ¿Habéis disfrutado el diálogo de las montañas, de los árboles y del agua? Tengo la esperanza de que sepáis valorar lo que tenéis para que sepáis defenderlo de la llamada “civilización”.

          No era mi tarea hacerles entrar, lo quieras o no, en el engranaje social para poder sobrevivir, con la inteligencia secuestrada. ¿Puede realizarse el hombre en un trabajo forzado? La mentira tiene un terrible poder de seducción.

          Me gusta escuchar, este es “el profe que nos enseñó a pensar”. A pensar y a sentir. A amar y a vivir. Por lo menos lo  intentó. No basta saber la verdad, hay que sentirla, amarla. Siempre ha formado parte de ti, aunque tú no te hayas dado cuenta.

          Y es en este manantial de amor a esta tierra ya mía, donde he encontrado y recogido la simpatía, ese sentir con, con todos vosotros. Escurialenses, esta es mi casa.

          Félix Ayuso, maestro y amigo, nos regala y nos recrea, con sus acuarelas, dando vida a su propia visión de esta magia escurialense.

           Siguiendo la senda marcada por los maestros Unamuno, Ortega o Abellán, entre otros, me introduzco, en una serie de reflexiones y sensaciones sobre unas tierras y unas gentes, con las que mi vida ha ido poco a poco configurándose. Reflexiones henchidas de emociones y pasiones, de agradecimientos y, sobre todo, de amor.

          No sé si este amor mío es el “amor intellectualis” que colmó la intensa vida del filósofo Baruch Spinoza, o un “ensayo de amor intelectual” que diría más tarde Ortega, en sus Meditaciones del Quijote.

           El más bello y valioso documento histórico está en la capacidad de cada uno para verlo, sentirlo y amarlo.

          Fruto ya maduro de esta esencia realizada a golpe de yunque y martillo, van brotando a borbotones, desde lo más profundo que hay en mí,  estas reflexiones sentimentales, que solo quieren ser eso, puras meditaciones que la historia y la geografía escurialenses han ido introduciendo en mí, y han alimentado mi alma, hasta formar con ella una sola carne, un mismo espíritu.

          Como intrépido español, vine a descubrir nuevas tierras, y fueron ellas las que me descubrieron a mí, y en ellas fui encontrándome a mí mismo. Los paseos matinales de los domingos para saludar al nuevo sol y al nuevo día, a través del Monte Abantos, de Las Machotas, de San Benito, del Malagón. Las acampadas en el bosque de La Herrería. Las subidas al pétreo mirador de la Silla de Felipe II, etc., etc. ¡Qué decir de Las Casitas, las del Príncipe y la del Infante. Vecino de la Casita del Príncipe, sus jardines han sido  dueños de mis sueños, de mis lágrimas y alegrías. Los árboles han sido testigos no mudos de mis sueños e ilusiones, al tiempo que alentaban y reconfortaban mi caminar, y el Real Monasterio, dentro del cual comencé mi vida escurialense.

          Llegué con ánimo desprevenido y sereno, sin prejuicios de ningún tipo. Vine a ver y me quedé.

          Lugar, donde caminan historia y naturaleza en mágica compenetración, donde escuchas latir corazones de otras vidas. Parece que elegí el mejor lugar.

          Sierra de Guadarrama, íntimamente fecundada por nuestra tradición cultural y artística; tú henchiste a poetas, artistas y pensadores. De ti se nutrieron El Arcipreste de Hita, el Marqués de Santillana; Nuestra edad de oro y de plata de nuestra cultura: Lope de vega, Quevedo, Góngora, Jovellanos, Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado, los poetas del 98, Ortega, la generación del 27, Panero, Rosales, García Nieto, José Luís Abellán, Velázquez o Sorolla. Teófilo Gautier, Alejandro Dumas o E. Hemingway. Todos ellos han dejado su huella en la luz  con la que brillas. Ellos han dado su voz a tu silencio.

         El Escorial, como una de las partes más hermosas de la Sierra madrileña, lugar paradisíaco, me llevó a sus entrañas, como muchos siglos antes había llevado al rey Don Felipe II a elegirlo para la construcción de su real casa, y a tantas y tantas gentes después.

         Todo ello ha compuesto el corazón de lo que en este libro podréis encontrar. Os lo ofrezco con todo mi amor. Espero que lo disfrutéis y os pueda ayudar en vuestro caminar escurialense.
                                                                 
                                                                  José María Calvo de Andrés